Recuerdo cómo fue para mí el conocerte.
Puede que no coincidíamos lo suficiente como para tener una conexión más estrecha, pero siempre tuve el deseo de acercarme a ti. Lo recuerdo del primer certamen de Cálculo 3, cuando esperábamos a que llegaran las 19:15 horas; tú pusiste tu proxy y nos metimos a 4chan desde los cubos con Monín y la Ana, que en ese tiempo se hacía llamar "Rafa".
Tenía muchos deseos de que no llegara la hora de dar el certamen, quería tener más tiempo contigo, quería pasar más minutos cerca de ti, hablando de cosas sin importancia; no sé por qué, pero sentía muchos impulsos de estar más cerca de Pedrito el Juanito.
Debo admitir que en ese momento soñaba con tener algo contigo, pero me parecía tan fantasioso, tan irreal, tan ¿extraño?, como para ser siquiera una posibilidad: simplemente era algo que no se daría. Yo no sentía que estabas atraído por mí, ni que tuvieras mucho interés en mi persona en ese entonces, sólo parecía que te caía bien.
Hoy me causa una sonrisa pensar en el tiempo en que yo tenía interés en ti y que tal vez tú no en mí. Porque hoy en día he pensado incluso cómo sería estar contigo con varios años más encima, hasta con una vida en conjunto construida. Es tan raro mentalizarme en esa época de mi vida, porque realmente pienso que esto NO TENÍA POSIBILIDADES DE PASAR, era imposible que tú y yo nos uniéramos. Primero porque a ti no te interesaba tener algo con nadie, preferías estar soltero y relajado; y segundo, porque yo tampoco me tenía la confianza para conquistarte.
¿Qué era necesario para atraerte? ¿Bastó con mostrarte mi verdadero yo? ¿Cómo lo hice? Realmente no lo sé, siento que no hice nada, sin embargo, a poco más de 3 días de la invitación a mi casa me dijiste que me querías y en ese preciso instante... el tiempo se detuvo.
Yo te quería, a mí me gustabas, yo quería algo contigo, yo había sufrido todas las vacaciones de invierno por tu rechazo... y ahora... ¿tú me quieres? No lo podía creer. Después de todo lo que habíamos pasado.
Contigo, he pasado mis mayores alegrías como mujer, como pareja.
Tú has provocado sentimientos dentro de mí que yo no me creía capaz de sentir. Es así de simple para mí: nadie ha podido hacer lo que tú has hecho conmigo. Me has hecho dudar de mi forma de ser, has hecho que piense en ser mejor, has influido positivamente en mi desarrollo como persona y en mi madurez.
Ni me lo pienso dos veces para decirte que eres el amor de mi vida, que eres la compañía que he estado buscando toda mi existencia para este trayecto que me ofrece humanidad.
Es cierto, yo soy una persona que no goza de su soltería, me gusta tener pareja, me gustan las certezas, me gusta alguien con quien compartir sentimientos. No tengo interés en relaciones a medias, ni en una libertad artificial y aparente, ambas amparadas en la soltería; de hecho, ni siquiera me interesa pensar en nada de eso, porque estoy contigo, porque no necesito otra cosa para mis relaciones interpersonales.
Te contaré cosas que no te he contado: yo soy muy dependiente a veces. ¿A qué me refiero? Muchas veces necesito el amor que me entregan esas personas en las yo vuelco mis afectos.
Mariú apareció luego de una etapa muy negra de mi vida, cuando había salido recién del colegio, y de una depresión que me había llevado a tomar una caja de pastillas para dormir... y no volver a despertar. Lo mismo Felipe, él apareció luego de Mariú, también en medio de una depresión que me aquejaba, estaba en ese tiempo con psiquiatra y psicólogo; además de una familia que no me estaba apoyando todo lo que necesitaba, principalmente porque yo no sabía abrirme con ellos, por ende ellos tampoco podían ayudarme: porque no sabían qué me pasaba. ¿Dónde quiero llegar con esto? Las personas con las que he estado, han sido personas muy especiales para mí, pues me han sacado de los peores hoyos negros en los que he estado sumida.
Pero tú eres distinto.
Yo a ti te conocí entera, en una pieza, con mi autoestima en un nivel aceptable y con un rendimiento académico también bastante regular. No necesitaba que me salvaras de mí misma, ni que intentaras arreglarme; y, sin embargo, lo hiciste de todos modos. Me entregaste tu amor simplemente y yo te entregué el mío sin buscar nada de ti: era una entrega desinteresada.
¿Cómo fue que en menos de 3 meses hiciste que me enamorara perdidamente de ti? No tengo la menor idea. Creo que en parte lo que lo provocó es que yo no te necesité, pero me hiciste feliz de todos modos.
Te amo, creo que eso es todo lo que te puedo decir.
Me has vuelto una mejor persona, has cambiado mi modo de ver la vida y me has hecho pensar en la posibilidad de formar una familia contigo (CORRE!!).
¿Qué importa si a mí me gustan los machos recios y tú no lo eres? ¿Eso cambia lo que siento por ti? No importa que yo tenga que cuidar tus sentimientos, no importa que yo deba medir mis palabras y acciones contigo. Que lo haga sin quejarme, y me cueste, ¿acaso no demuestra el real interés que tengo en nuestra relación y nuestro futuro? ¡Me gusta que me cueste! Siento que el seguirte cuando te molestas y conseguir que arreglemos las cosas, me llena, ¿por qué tendrías que tú hacer que nos pongamos en la buena? ¿Acaso no depende también de mí? Me encanta poder hacer algo para arreglarnos, me hincha de orgullo ser capaz de hacer algo por nosotros; porque yo nunca (y de verdad no) me he esforzado tanto por alguien más, las cosas suelen arreglarlas los demás y yo nunca hago nada.
De verdad quiero que todo resulte, te amo, te amo mucho y me gustaría compartir mi corazón contigo y sólo contigo. No quiero volverme a enamorar de nadie, siento que ésta es la relación que he estado esperando y cuyos efectos en mí han provocado una mejor persona y alguien mucho más segura de sí misma.
Por eso mismo y varias cosas más que luego profundizaré, eres, sin lugar a ninguna duda, el amor de mi vida, y con quien deseo pasar el resto de mi existencia.
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